4. LAS ETAPAS DE LA REVELACIÓN
I. El Dios del Antiguo Testamento.
1. La Revelación primitiva.
2. La elección de Abraham.
3. La formación del Pueblo de Israel.
II. El Dios del Nuevo Testamento.
1. El Dios de Jesucristo.
2. El Verbo encarnado.
3. Amor paterno.
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Podemos observar cómo la Revelación de Dios, de su ser e intimidad, ha sido algo no de golpe, sino progresiva a lo largo de la historia. Y en esta progresión podemos distinguir distintas etapas. Una progresión que tiene un punto máximo, que el Jesucristo Nuestro Señor.
I. El Dios del Antiguo Testamento.
1. La Revelación primitiva.
Ya hay una primera Revelación a nuestro primeros padres, de modo claro y explícito.
Pero ellos cayeron en el pecado original, y acto seguido Dios promete una redención.
De esa primera Revelación resuena el eco a los largo de los siglos, aunque desfigurada y en algunos casos corrompida entre muchas representaciones y creencias religiosas. Algunas caen en el politeísmo y la idolatría.
Recordemos que para llevar a cabo su plan de salvación Dios procede por etapas. La Revelación primitiva es continuada en la alianza con Noé después del diluvio.
(Aquí tenemos una producción de Lux y Beta Film acerca de la Revelación primitiva: http://youtu.be/tUK18TLTITY
Interesa para esta lección dos secuencias de esta película: la comprendida entre los minutos 1:00-13:00 [Relato de la Creación]; y la comprendida entre los minutos 59:00-1:01:52 [Revelación a Noé])
2. La elección de Abraham.
La siguiente etapa viene marcada por la formación de un pueblo, que será el depositario de la Revelación. Dios elige a Abraham como cabeza de ese pueblo. Le suceden los patriarcas, Isaac y Jacob. Sigue José, y con él el primer desarrollo del Pueblo Elegido en tierras de Egipto.
Para la vida de ese pueblo asigna una tierra que promete a la descendencia de Abraham.
(La historia de Abraham: http://youtu.be/vms_x4Xh0UA
Aquí interesa entre los minutos 19:00-24:51, donde se recoge la llamada de Dios a Abraham)
(La historia de Abraham: http://youtu.be/vms_x4Xh0UA
Aquí interesa entre los minutos 19:00-24:51, donde se recoge la llamada de Dios a Abraham)
Y con Abraham Dios crea un Pueblo: http://youtu.be/nrG805MC08g
En este episodio, se selecciona para una clase entre 1:18:58 y 1:27:30, donde se relata el sacrificio de Isaac)
3. La formación del Pueblo de Israel.
Con Moisés comienza plenamente la historia de Dios con los hombres. Desde la esclavitud de Egipto Dios llama a su Pueblo para dotarle de una Ley y de un Culto.
Será al pie del monte Sinaí donde Dios confirma su Alianza con su Pueblo mediante una Ley.
La historia de la Alianza transcurre de un modo extraordinariamente dramático. Se suceden las desconfianzas y las infidelidades del pueblo, incluso cuando llegan a la Tierra Prometida, después de un penoso peregrinaje.
Ahora el Pueblo de Israel tendrá por delante la tarea de conquistar aquella Tierra. Y en ese proceso no faltan desobediencias, infidelidades, abandonos de la Ley, para llegar a adorar a los ídolos de los pueblos vecinos.
En esta situación Dios elige Jueces que dirijan a su Pueblo y profetas como mensajeros que recomienden la vuelta a la obediencia y la fidelidad al Dios único. El Pueblo no se conforma con este cuidado de Dios y pide convertirse en Reino, piden un Rey. Y después de Saul, Dios les concede a David.
Pero ni aún así cesan las infidelidades del Pueblo Elegido, y en su transcurso histórico incluso se divide el reino después de David, y son invadidos por pueblos extranjeros y deportados fuera de su Tierra, a Babilonia (caída del reino del Norte en el 722 a.d.C., y del reino del Sur en el 587 a.d.C., con la destrucción del Templo de Salomón y la desaparición del Arca de la Alianza). Ni aún así Dios los olvida, pero deben volver a la fidelidad a Él. Mediante los profetas Dios mantiene la esperanza de ese Pueblo.
Y, efectivamente, volverán del exilio, pero seguirán siendo tentados a abandonar a Dios. El penúltimo reto fue la conquista de Alejandro Magno de todo el Oriente, que inundó la tierra de Caná de cultos paganos y cultura griega. Ante esta ola reaccionarán los Macabeos, liderando una reacción de nueva fidelidad a la Alianza.
Y a modo de preparación de la inminente llegada de Jesucristo, Palestina fue invadida por las tropas del poderoso Imperio Romano. Pero esto ya abre los tiempos del Nuevo Testamento.
II. El Dios del Nuevo Testamento.
1. El Dios de Jesucristo.
Con Jesucristo se cumplen la promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento. El es el máximo de la Revelación divina, pues es el mismo Verbo de Dios, su Palabra que se dirige a los hombres.
Jesucristo, por una parte, ratifica todo los revelado anteriormente: Dios es el Creador de todas las cosas; las cuida y gobierna, como se manifiesta en la hierba y en los lirios del campo, en las aves del cielo, en el sol y la lluvia que hace caer sobre justos e injustos; incluso los cabellos los tiene contados. Jesucristo predica que Dios es el Señor de la historia. Y prueba de ese dominio sobre la naturaleza son los milagros.
Pero Jesucristo va más allá: Dios es amor sin límites, como el de un padre por su hijo. El Reino de Dios ha llegado ya.
Y en el culmen de lo Revelado, Jesucristo se presenta como el Hijo único del Padre, con una filiación distinta de la nuestra.
Con Jesucristo se cumplen la promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento. El es el máximo de la Revelación divina, pues es el mismo Verbo de Dios, su Palabra que se dirige a los hombres.
Jesucristo, por una parte, ratifica todo los revelado anteriormente: Dios es el Creador de todas las cosas; las cuida y gobierna, como se manifiesta en la hierba y en los lirios del campo, en las aves del cielo, en el sol y la lluvia que hace caer sobre justos e injustos; incluso los cabellos los tiene contados. Jesucristo predica que Dios es el Señor de la historia. Y prueba de ese dominio sobre la naturaleza son los milagros.
Pero Jesucristo va más allá: Dios es amor sin límites, como el de un padre por su hijo. El Reino de Dios ha llegado ya.
Y en el culmen de lo Revelado, Jesucristo se presenta como el Hijo único del Padre, con una filiación distinta de la nuestra.
2. El Verbo encarnado.
Jesucristo muestra que su relación con Dios es completamente única. Le trata como a su Padre, con una filiación que es distinta de la de los Apóstoles, y todos nosotros: la distinción entre "mi Padre" y "vuestro Padre" está siempre presente.
Jesús enseña con una autoridad que está por encima de la de Moisés y los profetas. Está por encima de la Ley y del Templo. Es más que un profeta...
(Fue el testimonio de los que le conocieron... http://youtu.be/7Y-R_ABPvkI)
¿Quién es?
La pregunta la hace Él mismo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?".
Responde por todos San Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,16).
Y Jesucristo mismo ratifica estas palabras cuando confiesa ante el Sumo Sacerdote Caifás, que le conmina: "Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios". Y Jesús responde: "Tú lo has dicho" (Mt 26,64). Incluso antes de este momento, ya lo había afirmado a alguna persona singular (como a la samaritana... "Sé que el Mesías, el llamado Cristo, está al llegar (...). Yo soy, el que habla contigo" -Jn 4,26-; o recogiendo las palabras de la hermana de Lázaro, Marta: "Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido a este mundo" -Jn 11,27).
No fue fácil de asimilar, y menos de explicar. En primer lugar para los Apóstoles, que tardaron en darse cuenta. Después al resto de los discípulos de todos los tiempos. Y hubo que salir al paso de múltiples faltas de comprensión. Los que cargaron la mano en la divinidad de Jesucristo en contra de su humanidad (cayeron en los errores de afirmar un cuerpo aparente de Cristo, al modo de los fantasmas, o de una humanidad incompleta, mera herramienta en manos de la divinidad), o los que cargaron la mano en la humanidad de Cristo en contra de su divinidad (son los errores de Arrio o de Pelagio, en los que Jesús sólo fue un hombre eminentísimo, semidivino... por no Dios). O los que, como Nestorio, intentaron explicar el misterio hablando de dos personas en Cristo.
(Fue en el Concilio de Nicea donde se aclararon la manera de ser de Jesucristo: http://youtu.be/LVc-fHjsccc)
¿Cómo asume Jesucristo la paradoja de ser Dios y hombre?
¿Hasta dónde podemos comprender? Sabemos por lo que nos dice la Teología Trinitaria, que Dios Padre habla eternamente de la plenitud de su ser con una Palabra, el Verbo, su Hijo, que procede del Padre por vía de entendimiento. Y esa Palabra nos ha sido enviada, llegada la plenitud de los tiempos, para nuestra salvación, en la persona de Jesucristo. ¿Cómo? Asumiendo la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo, una naturaleza humana perfectísima formada en el seno de la Virgen María, a la que se unió desde el primer instante de su concepción el Verbo divino. "Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros" (Jn 1,14).
De este modo, Jesucristo fue engendrado, sin participación de varón, siendo una única persona, pero teniendo dos naturalezas: una divina, pues es Verdadero Dios, y otra humana, pues es Verdadero hombre.
Siendo la Palabra de Dios, es única, perfecta e insuperable. Su aparición histórica, su predicación y sus obras son la plenitud de la Revelación. En su Hijo, el Padre nos lo ha dicho todo. Y por tanto ya no puede haber otra palabra más que ésta.
Jesús es la imagen de Dios invisible. Lo que hace y dice es lo que hace y dice el mismo Dios. Él y el Padre son uno. "El que me ha visto a mí ha visto al Padre" (Jn 14,8).
Y en Cristo Dios se nos manifiesta en su Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. De este origen procede que la confesión de la Trinidad sea lo más esencial de la fe cristiana.
La confesión de la Trinidad de Personas divinas no es más que un desarrollo de la expresión: "Dios es amor" (1 Jn 4,8.16). Y a gozar de ese amor hemos sido llamados por libre disposición de Dios.
Jesucristo muestra que su relación con Dios es completamente única. Le trata como a su Padre, con una filiación que es distinta de la de los Apóstoles, y todos nosotros: la distinción entre "mi Padre" y "vuestro Padre" está siempre presente.
Jesús enseña con una autoridad que está por encima de la de Moisés y los profetas. Está por encima de la Ley y del Templo. Es más que un profeta...
(Fue el testimonio de los que le conocieron... http://youtu.be/7Y-R_ABPvkI)
¿Quién es?
La pregunta la hace Él mismo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?".
Responde por todos San Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,16).
Y Jesucristo mismo ratifica estas palabras cuando confiesa ante el Sumo Sacerdote Caifás, que le conmina: "Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios". Y Jesús responde: "Tú lo has dicho" (Mt 26,64). Incluso antes de este momento, ya lo había afirmado a alguna persona singular (como a la samaritana... "Sé que el Mesías, el llamado Cristo, está al llegar (...). Yo soy, el que habla contigo" -Jn 4,26-; o recogiendo las palabras de la hermana de Lázaro, Marta: "Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido a este mundo" -Jn 11,27).
No fue fácil de asimilar, y menos de explicar. En primer lugar para los Apóstoles, que tardaron en darse cuenta. Después al resto de los discípulos de todos los tiempos. Y hubo que salir al paso de múltiples faltas de comprensión. Los que cargaron la mano en la divinidad de Jesucristo en contra de su humanidad (cayeron en los errores de afirmar un cuerpo aparente de Cristo, al modo de los fantasmas, o de una humanidad incompleta, mera herramienta en manos de la divinidad), o los que cargaron la mano en la humanidad de Cristo en contra de su divinidad (son los errores de Arrio o de Pelagio, en los que Jesús sólo fue un hombre eminentísimo, semidivino... por no Dios). O los que, como Nestorio, intentaron explicar el misterio hablando de dos personas en Cristo.
(Fue en el Concilio de Nicea donde se aclararon la manera de ser de Jesucristo: http://youtu.be/LVc-fHjsccc)
¿Cómo asume Jesucristo la paradoja de ser Dios y hombre?
¿Hasta dónde podemos comprender? Sabemos por lo que nos dice la Teología Trinitaria, que Dios Padre habla eternamente de la plenitud de su ser con una Palabra, el Verbo, su Hijo, que procede del Padre por vía de entendimiento. Y esa Palabra nos ha sido enviada, llegada la plenitud de los tiempos, para nuestra salvación, en la persona de Jesucristo. ¿Cómo? Asumiendo la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo, una naturaleza humana perfectísima formada en el seno de la Virgen María, a la que se unió desde el primer instante de su concepción el Verbo divino. "Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros" (Jn 1,14).
De este modo, Jesucristo fue engendrado, sin participación de varón, siendo una única persona, pero teniendo dos naturalezas: una divina, pues es Verdadero Dios, y otra humana, pues es Verdadero hombre.
Siendo la Palabra de Dios, es única, perfecta e insuperable. Su aparición histórica, su predicación y sus obras son la plenitud de la Revelación. En su Hijo, el Padre nos lo ha dicho todo. Y por tanto ya no puede haber otra palabra más que ésta.
Jesús es la imagen de Dios invisible. Lo que hace y dice es lo que hace y dice el mismo Dios. Él y el Padre son uno. "El que me ha visto a mí ha visto al Padre" (Jn 14,8).
Y en Cristo Dios se nos manifiesta en su Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. De este origen procede que la confesión de la Trinidad sea lo más esencial de la fe cristiana.
La confesión de la Trinidad de Personas divinas no es más que un desarrollo de la expresión: "Dios es amor" (1 Jn 4,8.16). Y a gozar de ese amor hemos sido llamados por libre disposición de Dios.
3. Amor paterno.
"Tú eres mi Hijo. Yo te he engendrado hoy"... "Este es mi Hijo amado, escuchadle"... así es la relación de Dios Padre con Jesucristo.
Y el Hijo responde: "¡Abba!", "¡Papá!". Los primeros cristianos se asombraban de este modo único de tratar a Dios Padre.
Y cuando nos enseñó a tratar a Dios nos dejó el "Padrenuestro"... La Iglesia pensó desde el principio que lo específicamente cristiano consiste en tomar conciencia de que somos hijos de Dios.
(Una verdad que ilumina nuestro trato con Dios: http://youtu.be/wCYaw2-dnEw)
Y si somos hijos de un mismo Padre, entre nosotros somos hermanos. Y así vemos que se tratan los cristianos desde el principio.
Jesucristo nos está revelando el misterio de la vida íntima de Dios, una Trinidad de personas relacionadas por el Amor. Un Amor que lleva a la "entrega": el Padre al Hijo, y en el Hijo al mundo entero ("Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito"). Y la respuesta del Hijo es la "entrega" también, total, completa al Padre, a su Voluntad, y por eso una entrega a todos nosotros.
La redención es este juego de amor, donde no es que haya que reconciliar a Dios con la humanidad, sino que Dios reconcilia a los hombres consigo en su propio Hijo. Es Él quien da a los hombre nueva vida, es Él quien da su gracia. La iniciativa parte del Padre... La redención es la historia del amor de Dios por el mundo, del amor del Padre unido con el Hijo en el Espíritu Santo, es algo que supera nuestra capacidad de entender...
Un amor de Padre que no se deshace en pura bondadosidad, sino que no olvida nada de lo suyo, y por eso pregunta por ello. Y en esto consiste el juicio, en la pregunta sobre qué hemos hecho con lo que nos dio.
Omnipotencia en la Creación, en la salvación, en el juicio. Nada hay por encima de Dios. Por eso tampoco la muerte. Dios glorifica en la muerte al que se hizo obediente hasta la muerte. La Resurrección es el acto propio del Dios de la vida.
La Encarnación, muerte y Resurrección de Jesús son el núcleo de la Revelación definitiva de Dios, de su fidelidad y de su omnipotencia en el amor.
"Tú eres mi Hijo. Yo te he engendrado hoy"... "Este es mi Hijo amado, escuchadle"... así es la relación de Dios Padre con Jesucristo.
Y el Hijo responde: "¡Abba!", "¡Papá!". Los primeros cristianos se asombraban de este modo único de tratar a Dios Padre.
Y cuando nos enseñó a tratar a Dios nos dejó el "Padrenuestro"... La Iglesia pensó desde el principio que lo específicamente cristiano consiste en tomar conciencia de que somos hijos de Dios.
(Una verdad que ilumina nuestro trato con Dios: http://youtu.be/wCYaw2-dnEw)
Y si somos hijos de un mismo Padre, entre nosotros somos hermanos. Y así vemos que se tratan los cristianos desde el principio.
Jesucristo nos está revelando el misterio de la vida íntima de Dios, una Trinidad de personas relacionadas por el Amor. Un Amor que lleva a la "entrega": el Padre al Hijo, y en el Hijo al mundo entero ("Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito"). Y la respuesta del Hijo es la "entrega" también, total, completa al Padre, a su Voluntad, y por eso una entrega a todos nosotros.
La redención es este juego de amor, donde no es que haya que reconciliar a Dios con la humanidad, sino que Dios reconcilia a los hombres consigo en su propio Hijo. Es Él quien da a los hombre nueva vida, es Él quien da su gracia. La iniciativa parte del Padre... La redención es la historia del amor de Dios por el mundo, del amor del Padre unido con el Hijo en el Espíritu Santo, es algo que supera nuestra capacidad de entender...
Un amor de Padre que no se deshace en pura bondadosidad, sino que no olvida nada de lo suyo, y por eso pregunta por ello. Y en esto consiste el juicio, en la pregunta sobre qué hemos hecho con lo que nos dio.
Omnipotencia en la Creación, en la salvación, en el juicio. Nada hay por encima de Dios. Por eso tampoco la muerte. Dios glorifica en la muerte al que se hizo obediente hasta la muerte. La Resurrección es el acto propio del Dios de la vida.
La Encarnación, muerte y Resurrección de Jesús son el núcleo de la Revelación definitiva de Dios, de su fidelidad y de su omnipotencia en el amor.
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